TRABAJO POSTEADO EN EL FORO ANDREW PARA LAS ACTIVIDADES MES DE FEBRERO 2009.


Educada con la mayor de las libertades, creciendo sin freno, debido a carecer de una figura de autoridad a quien ella pudiera respetar, aunado todo esto, a que denotaba un marcado temperamento, de naturaleza ambiciosa, mezquina, exigente, ególatra, de carácter violento y obcecado. Estaba acostumbrada a que se cumplieran al pie de la letra todos sus caprichos por disparatados que estos resultaran y si además agregamos, que pertenecía a una de las familias más poderosas e influyentes de Norteamérica, situación que no hacía otra cosa que generar en ella, el hacer uso de lo que consideraba “su derecho”. Así que, cuando ingreso a uno de los más exclusivos internados no titubeó al ejercer su poder de forma arbitraria sobre sus condiscípulas, ganándose a pulso su animadversión, pero ante todo le tenían terror, terror de convertirse en el blanco de su ira, ante la timorata complicidad de las religiosas que regenteaban el internado y que se hacían de la vista gorda ante las injusticias y arbitrariedades de la joven pelirroja. Debido a esto y a su soberbia, se había ganado a pulso el mote de “La princesa”, algo que no le desagradable, incluso se vanagloriaba de ello.

En ocasiones, al estar consciente del poder que ejercía indiscriminadamente sobre sus compañeras y al recibir cero oposición a los abusos a los que solía someterlas, le resultaba soberanamente aburrido y entonces, la malvada chiquilla enfocaba sus energías en fastidiar a las religosas que no le eran gratas, o en contra del personal de servicio que laboraba para el colegio, pero las más de las veces, redoblaba encarnizadamente su frustración y aburrimiento en contra de cualesquiera de sus condiscípulas, sin existir un motivo en específico.

Cierto día, en la clase de Literatura, como en otras ocasiones la princesa se encontraba totalmente abstraída, maquinando sus próximas maldades. Cuando interrumpióles una de las religiosas, la hermana Margaret quien era la encargada en el San Pablo de la sección para señoritas. La linda princesita, no se inmutó ni un ápice e ignoró la presencia de la religiosa, que seguramente habría de presentar y dar la bienvenida a otra estúpida con ínfulas de gran dama. Nada que mereciera de su atención. Sin embargo, al escuchar mencionar las palabras Norteamérica y Chicago, instintivamente levantó la mirada y buscó con curiosidad de quien se trataba, Eliza echo un vistazo y pudo observar, un poco detrás de la religiosa a una hermosa trigueñita, de actitud tímida e insegura-La señorita es Anne Britter, les solicito de la manera más atenta de su amable colaboración para hacerle su estancia confortable- Externó la religiosa, con su característico tono de voz. Mientras, la princesa, no perdía detalle de la nueva interna: esbelta, de piel aterciopelada e inmaculadamente blanca, que contrastaba con el color de su cabello y hacían resaltar a un más el profundo azul de su mirada, de mejillas sonrosadas y labios carnosos, pechos pequeños pero firmes, cintura breve y caderas amplias- Un rostro angelical para un cuerpo de condenación-Pensó para sí, la joven princesa- La mirada inquisitiva sobre la anatomía de la nueva interna, no dejó de pasar desapercibida para la chica nueva, quien como única respuesta, sonrío tímidamente. Para la pelirroja pasó desapercibido este gesto, pues se encontraba atenta observando el buen gusto en el vestir de la joven trigueña, en eso estaba, cuando con asombro puedo reconocer en la belleza que tenía al frente, a la otrora regordeta niña que un día le había servido como instrumento de venganza en contra de una de sus más odiadas enemigas, la rubia chica que cuidaba de sus establos-¡Annie Britter!- Exclamó de forma por demás audible la princesa, ante el breve descontrol que acababa de experimentar, Eliza tuvo que aceptar que conocía a Britter y aceptarle entrar a su exclusivo y pequeño círculo de amistades-¿Pero porqué cedió con tanta facilidad ante la petición que le hiciera la hermana Margaret? Cuando todas las presentes, esperaban uno más de sus conocidos desplantes-¡Vamos Eliza te estás dulcificando y esto no es bueno para tu imagen!-Se cuestionaba así misma. La verdad era que muy dentro suyo reinaba un total descontrol desde el momento en que su mirada se cruzó con la de la chica trigueña, desde entonces, no había tenido un sólo momento de sosiego. En la intimidad de su habitación, elucubraba con acariciar la tersa piel de Britter, morder la voluptuosidad de esos labios, hundirse en su intimidad y navegar en ella… estos pensamientos provocabánle una gran excitación que se hacía evidente con la profusa humedad en su entrepierna-¡Juro que serás mía Britter!- Exclamó retadora la princesa. Esa noche le fue imposible conciliar el sueño…

Durante un par de semanas, la pelirroja fingió ser la perfecta anfitriona y la mejor amiga de la chica nueva, se convirtió para Britter, en la amiga que tanto necesitaba en esos momentos. Debido a su temperamento tímido y apocado, la trigueña necesitaba asirse a alguien más fuerte para poder existir y sintió un gran alivio cuando Eliza asumió ese rol. La pelirroja, al igual que una astuta zorra, fue maquinado la trampa para atrapar a su presa, su asustadizo conejito blanco. Annie, era una llorona y por cualquier cosa corría irremediable a los brazos de Eliza en busca de protección, a la pelirroja le disgustaba la debilidad y frecuentes lloriqueos de la trigueña, pero era bueno sentirla entre sus brazos, adivinar la sinuosidad de sus curvas bajo sus ropas, sentir su aliento cálido muy cerca suyo. Bien valía, soportar sus odiosos chillidos a cambio de esos lúbricos momentos. Eliza, estaba consciente de su fortaleza física y más de una vez, hubiera podido tomarle por la fuerza, pero ese hubiera sido el camino fácil y para un experto cazador esa opción no hubiera resultado del todo satisfactoria. Así que había optado por la vía difícil, cazar a su presa, seducirla hasta que se entregará a ella por voluntad propia. Para Annie, no había pasado desapercibida la atracción que ejercía en su pelirroja condiscípula, pero esto le era útil para poder gozar de la influencia, impunidad y protección que resultaba de ser considerada la favorita de la princesa. Detrás de ese rostro angelical se ocultaba una maquiavélica criatura, sabía que Eliza la deseaba y que bastaba que le solicitará cualquier cosa para de inmediato ser complacida, le estaba dando gran resultado hacer creer a Eliza, que era ella la que controlaba la situación, que ella era la fuerte, la astuta y Ann la débil y estúpida-¡Sí le doy a Eliza una probada de lo que tanto anhela, seguro la tendré comiendo de mi mano- Maquinaba en solitario la hermosa joven, mientras cepillaba parsimoniosamente su negra cabellera.

Aquella noche dejóse caer una gran tormenta en los alrededores de Londres, los ventanales de los dormitorios en el internado, eran iluminados por la luz que reflejaban los relámpagos. De pronto por uno de los corredores se pudo observar una frágil silueta correr aterrorizada y detenerse frente a uno de los dormitorios, sin llamar a la puerta se introdujo al interior-¡Eliza, tengo miedo!- Una vocecita tímida apenas audible, despertó a la princesa-¡Annie! Fue lo único que logró exclamar, porque frente a ella, la visión más deliciosa e inesperada, la dejó muda de sorpresa y de deseo contenido. Allí frente suyo, Annie totalmente desnuda, cubriéndose con una traslúcida bata, que caía con sensual descuido, dejando al descubierto de forma provocativa todo el esplendor de su impactante anatomía: La redondez perfecta de sus desnudos hombros, la tentadora turgencia de sus pechos pequeños, cuyos rojos pezones, apuntaba hacia ella con inusitado descaro invitándole a probar del fruto prometido, era un deleite admirar la exquisita planicie de su vientre, que irremediable guiábale hacía el sur, desentrañándole sus más ocultos misterios. En ese momento, su propio cuerpo se hizo de voluntad propia al encontrarse con aquel triángulo perfecto de su sexo, invitándola sin pudor a aplacar su sed en él, y luego, ese formidable par de bien torneadas y largas piernas, que hubieran sido la perdición de cualquiera. Annie, lucía espectacularmente tentadora y toda ella le suplicaba que la tomara, que la hiciera suya…que la poseyera en el acto…

Esa noche, la tormenta fue cómplice incidental de un par de furtivas amantes, presta, ahogó con el retumbar de sus relámpagos, los gritos de placer del cazador y su presa. Ambas bregaban con libertad en todas direcciones, buscando aplacar sus instintos carnales, sus deseos. La joven y tímida presa, resultó avezada en las técnicas amatorias para sorpresa de el cazador, quien fue llevado como cándida doncella a experimentar los límites, hasta entonces desconocidos para la pelirroja, del placer…la presa tenía comiendo de su mano al cazador.

Epilogo

Meses más tarde, la princesa estaba que no la calentaba el Sol, por dos situaciones fuera de su control y que sin duda mellaban el poder que ejercía sobre el resto de pupilas del internado. Al San Pablo había arribado su más odiada rival y con terror, había enterándose, que la seductora y hermosa Annie, no era una rica dama…sino otra huérfana chica de establo y lo peor de todo, hermana de Candice, su más odiada enemiga.

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Siempre me ha gustado el sutil toque de sensualidad de Eliza y me he preguntado en mas de una ocasión, cómo explotaría su caracter dominante en la intimidad, siempre he intuído de igual modo que la candidez de Annie es sólo una fachada para -justo como lo muestras- obtener sus caprichos deseados...

Gracias por este Fic, donde complaces mi curiosidad por partida doble, mas el plus que siempre es leerte.

(cuidado un poco con la redacción amiga, detallitos nadamás)

Un abrazo.

SofyVicky
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Pais: El Candymanicomio