El Ciber-Hogar de Pony

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Apr 6, 2009 - 9:06PM

Enamorado de la novia de mi mejor amigo. Albert-ficción.

Una fracción de segundos bastó para desencadenar el error. La causa de su fatal distracción, el verde intenso de las copas de los árboles, que allí abundaban, en su pequeño paraíso artificial. O más bien, su paraíso personal, allí donde hasta hacía unos pocos días, laboraba de lo más entusiasta, gozando de cierta libertad, (hasta donde le estaba permitido, según su situación jurídica) e incluso se podría decir que era felizâ€¦hasta que la volvió a verâ€¦

A ella, la de la mirada esmeralda, que lo tenía bajo un especie de encantamiento, pues desde su recuentro, no hacía otra cosa que creer mirar en todas partes ese par de ojazos, que lo tenían hechizado. En ese menester se encontraba ese día, cuando de pronto sintió un golpe fulminante e invisible en su imponente humanidad, que le hizo pandear, muy a pesar de lo atlético de su constitución física. Este mamporrazo, fue acompañado por un dolor agudo que le invadía con una rapidez inaudita la parte derecha de su cuerpo y se expandía hasta su cerebro, provocándole tremenda confusión dentro de su cabeza, que amenazaba con estallarle, él creía hundirse en un túnel oscuro, mientras a su alrededor giraba toda una gama de los más variados tonos de color verde (En este punto, a pesar de la gravedad de la situación, esbozó una sonrisa de lo más estúpida, para finalmente caer inconsciente.

-¡Cielos, ¿qué pudo ocurrirle? desde su primer día de labores se caracterizó por ser sumamente cuidadoso y de lo más responsable! ¿Es grave su estado señorita enfermera? ¿Se recuperará?- Cuestionaba una voz masculina que denotaba gran consternación.

Habían transcurrido tres años, desde aquella última vez que conversaron y se prometieron estar cerca uno del otro, de apoyarse mutuamente. Tres años, en que tuvo que abandonarle de forma intempestiva, sin una oportunidad para poder despedirse, de explicarle la razón de su partida (¡Y qué diablos le hiba a explicar!, si le estaba vedado dar cualquier tipo de explicación). Tres años, que abandonó América para venir a realizar estudios universitarios a Londres. Y ahora, el destino los había vuelto a reunir, sin siquiera imaginarlo, ni desearloâ€¦

-He tenido que sujetarle de la muñecas, pues en su delirio ha intentado varías veces arrancarse los vendajes. ¡Y no ha sido cosa fácil mantenerlo en calma! Afortunadamente, esta respondiendo bien al tratamiento y su constitución física le esta ayudando a salir avante- Explicaba una dulce voz femenina.

Aquella mágica noche plenilunada, en que la volvió a encontrar, le hubiera gustado decirle- ¡No has cambiado nada, sigues siendo la misma!- Sin embargo, frente a él, se encontraba la innegable realidad, ella se estaba convirtiendo en una bella damita (no pudo evitar sentirse embargado del más puro orgullo, al saberse participe de esa metamorfosis generada en ella). No obstante, no le sorprendió enterarse de las furtivas escapadas de su linda amiga, del que hasta entonces, él creyera un â€œinfranqueable internadoâ€-¿Qué diría la rectora si supiera que la infranqueabilidad de su torre había sido vulnerada por una chiquilla? ¡Y no una sola vez, sino a placer de la rebelde rubiecita!

-Albert, Albertâ€¦¿Me escucha? ¿Cómo se siente?- La misma dulce voz, le cuestiona. La escucha como en la lejanía, como sino se refiriera a él, sino a otro individuo.

Luego, de ese afortunado encuentro (ahora dudaba de la categoría de â€œafortunadoâ€) gozó de la dulce compañía de su querida amiga, tanto como se lo permitía, el hacerse acreedora a estar confinada en la celda de castigos del exclusivo internado para â€œseñoritasâ€ (Desde su particular experiencia dudaba de la calidad pedagógica de dicho colegio, sin embargo, no pudo oponerse a esta decisión, única condición que estipulo Mrs. Elroy para legalizar la adopción de la rubia huérfana). La espera de hacerse de la compañía de la chica, le hacía emocionante los días, pues no sabía, la hora, el día o el momento en que la pequeña rubia aparecería, con su hermosa y espontánea sonrisa. Esperar estar con ella, de mirar su propio reflejo en ese mar de sus ojos, aunque fuera tan sólo en un brevísimo-¡Hola, ¿Cómo estás? Hoy no podremos conversar, tengo mucho trabajo! Pero puedes recorrer el zoo, si quieres-Se había convertido en un ritual, en una necesidad de mirarle, colmarse de su alegría de vivir, de vivirla. Por las noches, en la humildad de su habitación, solía cavilar, sobre este nuevo sentimiento que estaba germinando en él, hacía su rubia amiga. Luchaba contra si mismo, pues se sentía el más despreciable de los hombres, al tan sólo considerar la mínima posibilidad de que pudiera sentir algo más que amistad por aquella tierna chiquilla.

-Estoy sumamente preocupada, pues se ha negado a ingerir alimento, ha caído en una fuerte depresión. No me lo explicó, la herida física ya sanó, pero considero que existe una en su alma, que le impide luchar- En tono angustiado refería la misma dulce voz femenina.

Había concluido sus estudios universitarios exitosamente, aunque la carrera no había sido su elección. Se trataba de una más de las férreas negociaciones que entablara con Mrs. Elroy, un trato para obtener un beneficio de tipo personal. Esta vez, logró hacerse de un â€œaño Sabáticoâ€, para dedicarse exclusivamente a lo que verdaderamente le apasionaba: SER UN HOMBRE EN LIBERTAD. Fue así, que lo primero que hizo fue buscar un empleo, nacido en cuna de oro, no le bastaba con ser simple espectador de la vida. Necesitaba experimentarla (Ambos lados, lo positivo y negativo de ésta) él mismo. Ni bien, inhalaba a bocanadas su libertad, cuando el destino (Caprichoso, siempre en contra él) le dispuso un encuentro inesperado, un grupo de truhanes le atacaron, a pesar de ser un hombre fuerte, el elemento sorpresa hizo mella en él, le estaban sometiendo de no haber sido por aquel chico, que salió de quien sabe donde. Y de la misma forma, utilizando el elemento sorpresa como otrora hicieran los ladronzuelos, había conseguido distraer a éstos, así él pudo liberarse. Y entonces, ya no fue uno contra todos, ahora eran dos contra ellos. Resultado, los malechores salieron huyendo, no sin antes herir a su salvador (Un adolescente petulante y que fácilmente se podría confundir con alguno de esos gandallas que le habían atacado). Así, fue como lo conoció a él, su mejor amigo (Realmente, no podía presumir que tuviera muchos amigos, pues siempre se había caracterizado por ser un solitario. Al único que podría equipararle con un amigo era George). Aquel mozalbete pretencioso y busca-bullas, le mostró la otra cara de la vetusta Londres, la de los barrios bajos, (Su joven amigo se encontraba fascinado con él, pues le divertía que a pesar de ser mayoría de edad, desconociera cosas tan naturales que hacen los jóvenes. Era como ver a un gorrioncillo que recién ha escabado de su jaula, solía decirle, su trigueño amigo). Se embriagaron (JAJAJAJA mi primera borrachera, aún la recuerdo. Me bastó para no volverlo hacer), enfrentaron una que otra pelea para estar en forma y le mostró lo que todos los jóvenes hacen y él, no había expermientado nunca. Su joven salvador, parecía luchar contra el mundo, llevaba consiguo una rabia añejamente contenida, un dolor que le estaba destruyendo. Era como una bomba a punto de estallar a la menor provocación. Y sin embargo, ambos a pesar de la diferencia de caracteres se acomplaron y compaginaron perfectamente. Ahora, ya no estab solo, tenía a dos buenos amigos, que le brindaban amena compañía de vez en cuando.

-¡Buen día, Albert! Me alegra verle mucho mejor. Me dice Carl, que hay algunos amiguitos que le hechan de menos, sobre todo aquel jovencito que se portó muy mal con usted-Le sonrió dulcemente, lo que le pareció ser un ángel-¿Mis amiguitos? ¿Quién es usted? ¿Dónde me encuentro?-Cuestiono aturdido el rubio joven.

Una mudanza positiva se estaba generando en su trigueño y rebelde amigo, desde hacía unas semanas se le notaba con un semblante más dulce, tal vez generoso, se le veía sonreír abiertamente, su gesto adusto en ocasiones no salía a relucir. La causa una chica, si su adolescente amigo, se estaba enamorando. Seguro se trataba de una chica excepcional, para obrar ese milagro en aquel joven desorientado y violento. El rubio sintió gran curiosidad por conocer a esa joven que estaba cambiado la vida a su amigo. Los relatos de Terry sobre la chica que lo tenía enamorado, habían mantenido a Albert entretenido y le habían ayudado ahuyentar la necesidad que tenía de saber y ver a Candice, hacía varías semanas que ella, no había acudido al Blue River. Y él, la necesitaba más que nunca. La extrañaba a rabiar. Y para sustituir su ausencia, la buscaba, en la copas de los árboles, la grana, en el arcoiris, en las verdes aguas del lago artificial del Blueâ€¦ansiaba que se materializara allí mismo y le obsequiara con su radiante sonrisa. Fue esa la causa de su distracción, que casí le costara la vida. Se encontraba alimentando al gran tigre de bengala, un animalazo soberbio, que a pesar de haberse a costumbrado a la presencia y afecto que le dispensaba el rubio, el instinto natural le hizo tirar un terrible zarpazo en el pecho del joven, que se encontraba totalmente distraído. Por fortuna, sus compañeros acudieron con prontitud a su auxilio y de inmediato le brindaron atención médica.

-¿Entonces, ya lo pensó bien Albert? Me siento con la responsabilidad de hablar con la verdad. En Africa, no tendremos las comodidades que gozamos en este Zoo, careceremos de los más elemental. Vamos a prestar ayuda a zonas de las más marginadas del planeta. Y una vez, emprendido el difícil viaje, no es fácil retornar. ¿Comprende usted la situación Albert?-Le hablaba severa la joven enfermera.

Una día antes del accidente, conoció a la chica excepcional de la que tanto le había hablado Terry. ¡Era Candy!. La novia de su mejor amigo, era la chica que estaba generando en él, sentimientos tan confusos: Le hacía elevarse hasta alturas inauditas, sentía que podía volar, como un ave con alas colmaditas de ilusiones. A veces, con sólo pensar en ella, sentía como sus mejillas se ruborizaban como si se tratara de un adolescente. Tenerla tan cerca, a pesar de su fortaleza, le hacía tambalearse como gota de rocío a punto de caer de la hoja que la sostiene, en ocasiones sentía su corazón galopar sin freno y a punto de estallarle. Y en otras, como este día, su llanto manaba como fuente inagotable de amargura, dolor, frustraciónâ€¦ante la perdida de su ilusión-¿Pérdida? ¡Pero si nunca fue mía! ¡Ni siquiera tuve la oportunidad de aspirar a su amor!¡Es imposible perder, lo que se ha regalado con pleno consentimiento, sin haber luchado!- Se recriminaba el rubio, al tiempo que sacudía su cabeza. Tenía que ser fuerte, ella amaba a otro, el tan sólo era su buen amigo.

_Terry y Candy se aman, no pueden ocultarlo, a pesar de que se esfuercen en ser odiosos uno contra él otro. Realmente, ambos tienen miedo a reconocer que se aman. Ambos estarán bien, se tienen el uno al otro- El rubio tomó su escaso equipaje, agradeció al administrador del Zoo todas sus atenciones y se despidió. Continuaría su camino, le faltaba mucho por conocer y aprender. Ahora, tenía una nueva guía en este aprendizaje que es la vida, la joven enfermera que lo cuidara durante su convalecencia, juntos emprenderían un viaje al Africa, para brindarse un poco a aquellos menos afortunados.